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En la piel de un niño (comunicación afectiva)

  • Foto del escritor: Tania Estrada Morales
    Tania Estrada Morales
  • 22 oct
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 23 oct

22 de octubre de 2025 – Día Internacional del Tartamudeo



Hay temas que valen la pena detenerse a mirar con el corazón.

Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre la comunicación personal y a hacerlo desde un lugar muy personal: desde mi historia.


Mi historia

Cuando era niña, alrededor de los siete años, mi pediatra me diagnosticó un tartamudeo del desarrollo. Duró cerca de seis meses.

En ese tiempo también sufría de muchos problemas sensoriales: me brotaba la piel, incluso en la cabeza. Era angustiante.

Prolongaba palabras, repetía sílabas, movía la cabeza cuando los sonidos se me hacían difíciles… y claro, usaba muletillas.

Con los años entendí algo muy importante:

Hablar bien no significa no equivocarse.

Y comunicar no significa controlar cada palabra o cada silencio.


Durante mucho tiempo pensé que comunicar era dominarlo todo: la voz, el gesto, la mirada.

Pero un día descubrí algo liberador:

La comunicación nace donde termina la preocupación.


Mi camino

No llegué hasta aquí por dominar todas las técnicas.

De hecho, todavía tropiezo con algunas palabras.

Llegué aquí por aprender a disfrutar el camino, paso a paso, conquista tras conquista.

Hoy, cada vez que me equivoco, sonrío un poco. Antes me daba vergüenza…

Ahora lo uso como parte de mi identidad.



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Les propongo una pequeña dinámica:

Vamos a realizar un estudio de caso vivencial.


Actividad para padres


  1. Formación de grupos:

Reunimos un grupo de participantes.

Cada uno asumirá el papel de un niño o niña, con edades entre los 5 y los 10 años.


  1. Asignación de roles:

Por ejemplo:

Luisito, 5 años, con tartamudeo del desarrollo.

María, 6 años, con dislexia.

Carlitos, 10 años, con TDAH.


  1. Escenario:

El coordinador plantea una situación:

“Una fiesta de cumpleaños infantil.”

Cada participante actuará como ese niño o niña:

con su edad, su personalidad, sus emociones y sus desafíos.

Durante la actividad observaremos:

Luis pide ayuda para subir al tobogán.

María organiza juegos con sus amigas.

Carlitos intenta unirse al partido de fútbol.


  1. Después del juego, reflexionaremos:

¿Qué sintieron?

¿Qué aprendieron de la experiencia de estos niños?


Reflexión de los casos


Participantes

Carlitos (10 años) TDAH

Nos enseña lo frustrante que puede ser no poder hacer lo mismo que los demás, (se compara con los demás.)

y cómo valora a sus padres cuando lo ayudan creativamente con las actividades escolares.


María (6 años) Dislexica

Participantes

Descubre lo divertido que es jugar con amigos (buenas competencias emocionales). Aunque a veces se sienta presionada a cuidar a su hermanito.


Luisito (5 años) Tartamudo

Siente el estrés de querer complacer a sus compañeritos de clase, que le piden hablar más rápido. Solo desea un poco más de paciencia… y de tiempo para que la comunicación fluya.

En casa los padres son alegres y la risa le ayuda a hacer un teatro mímico. Coger la manita y ponerla en el pecho (sentir los sentimientos).


Sería interesante abrir espacios como la escuela para padres, donde haya actividades que incluyan la posibilidad de diálogo y reflexión.

"La educación siempre implica cambio. Si no hubiera nada que cambiar, no habría nada que educar”. Los cambios educativos deben abarcar tanto el intelecto como las emociones, como señaló Aristóteles: "Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto".


La anécdota de las pomadas

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Esta historia me la contó un pediatra hace años.

Una madre acudía constantemente a su consulta porque su hija tenía la piel irritada.

Con preocupación, le decía:

“Doctor, le pongo las cinco mejores pomadas del mercado todos los días.”

El pediatra la miró y le respondió con calma:

“Vamos a probar algo distinto: use solo una. No más.”

La madre, confundida, replicó:

“Pero doctor… quiero ser una buena madre. Me preocupo tanto…”

Y él le sonrió:

“Entonces disfrute más a su hija… y verá cómo se le pasa la preocupación.”




¿Podemos con todo?

A ese niño o niña que tartamudea, le decimos:

Todo tiene su tiempo.

Cada niño tiene su ritmo.

Y a nosotros, los adultos, nos toca acompañar, no apresurar.


Porque muchas veces comunicamos como esa madre:

usando “cinco pomadas” a la vez, reglas, guiones, miedos y en lugar de sanar, llenamos la comunicación de perfección y tensión.


No se trata de hablar perfecto.

Se trata de respirar.

La preocupación roba energía.

La espontaneidad nos devuelve la vida.

Hoy, como oradora disléxica, aprendí que comunicar no es impresionar,

sino conectar.


No es controlar cada palabra, sino vivirlas.


Por Tania Estrada (Crear es conectar❤)

Psicóloga especialista en Psicopatología / Supervisora Clínica / Autora





 
 
 

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Contacto

Tania Estrada

Email: tania.estrada.morales @ gmail.com

Estrada Ideas
Valencia, España

Lisboa, Portugal​

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