¿Podemos con todo?
- Tania Estrada Morales

- 29 jun
- 2 Min. de lectura
¿Te gusta comunicar?
¿Podemos con todo?
Claridad, escucha activa y empatía
La comunicación no es solo lo que decimos. Es también lo que callamos, lo que evitamos, lo que se nos escapa en un suspiro. Es la forma en que miramos, en que no respondemos un mensaje, en que gritamos sin levantar la voz. Cada uno habla su propio idioma emocional, y muchas veces ni nosotros mismos lo entendemos.
¿Cómo esperar entonces que los demás sí lo hagan?
Ahí está el reto. En aprender a hablar claro, pero también a traducir. A decir lo que sentimos sin atacar. A pedir sin exigir. A expresar tristeza sin disfrazar de rabia. A escuchar sin planear una respuesta mientras el otro aún habla. Porque muchas veces la verdadera comunicación no es hablar, es estar disponible. Es poder decir: “No entiendo del todo lo que sientes, pero quiero intentarlo contigo".

Comunicarnos es vulnerarse. Es abrir una puerta y confiar en que no la usarán contra nosotros. Por eso cuesta tanto. Por eso muchos prefieren la armadura del silencio. Pero ese silencio, si se acumula, se vuelve un muro. Y los muros no protegen, aíslan. Nos dejan solos, incluso en compañía.
En cambio, la palabra bien usada construye puentes. Nos conecta. Nos sana. Nos permite revisar nuestras heridas con otra mirada. A veces, incluso, nos salva.
Es paciencia. Es estar dispuestos a aprender una y otra vez cómo decir “me duele” sin culpar, cómo decir “te quiero” sin esperar algo a cambio, cómo decir “lo siento” sin miedo a perder la dignidad. La comunicación no es perfecta ni definitiva. Es un proceso. Como la vida.
Dice la cultura popular: A veces la clave no está en decir más, sino en decir mejor. En aprender a nombrar lo que sentimos, aunque al principio las palabras salgan torpes. mirar al otro y decir: “Estoy aquí, aunque no sepa bien cómo estar”. En mirar hacia adentro y reconocer: “Estoy sintiendo esto, y necesito entenderme”.
Porque al final, cuando nos comunicamos con honestidad, aunque duela, aunque incomode, abrimos la posibilidad de sanar. De reparar. De seguir. Y eso, en tiempos de desconexión y ruido constante, es un acto de valentía.
Nos han herido y hemos herido. Es parte de la condición humana. Por eso nos paramos a reflexionar otras cosas, vamos al psicoterapeuta, hacemos talleres, para que nos duela menos. O, incluso, para asimilar los golpes de la vida, para sentirlos, para construir la tolerancia y la flexibilidad para sacudirnos el polvo e intentar recuperarnos.
Ni siempre podemos con todo. Pero no lo hagamos solos. Hablemos. Escuchemos. Abramos espacios de diálogo donde antes hubo muros.
La buena comunicación nace del respeto, la intención clara y la capacidad de escuchar. Los canales que usamos pueden fortalecer o debilitar el mensaje dependiendo de cómo se elijan y utilicen.
Por Tania Estrada
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